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Mostrando las entradas de junio, 2025

El pasto ha crecido

Recuerdo cómo, tras la muerte de la abuela Albita, mi madre Patricia dejó de maquillarse. Realmente resintió en su ser la pérdida de aquel maravilloso personaje que, con su afilada lengua, generó anécdotas que hoy en día aún recordamos. Era tan solo un pequeño cuando, una noche, la abuela Albita empeoró. Quedé anonadado al escuchar a la enfermera de turno correr por la casa para auxiliarla y a mi madre, como siempre, rauda y veloz resolviendo las cosas. En los últimos meses, las visitas al hospital de Albita no habían sido pocas, aunque parece ser que en su vida tampoco lo fueron. Esto se debía a los muchos años que marcaba el calendario y a su infaltable rutina de café y cigarrillos, que habían hecho lo propio. Una vez más vi irse a mi abuela al hospital; sin embargo, algo esta vez era distinto. En la cara de mi madre no estaba su acostumbrada preocupación, aquella que me mantuvo a salvo de los peligros de la adolescencia en esas difíciles épocas. Sabía en el fondo que, en esta oportu...